sábado, 15 de noviembre de 2025

ANTONIO ORÚS Y VALLÉS . EL ESPACIO DEL PATRIMONIO FUNERARIO: ¿sagrado o profano?

ANTONIO ORÚS Y VALLÉS e IRENE ALMUDÉVAR Y VALLES. EL ESPACIO DEL PATRIMONIO FUNERARIO: ¿sagrado o profano?

Fotos personales tomadas el 26 de octubre de 2025
Si bien la sociedad argentina y especialmente la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al igual que las sociedades del casi todo el mundo viven desde hace muchos años un proceso de secularización importante. Pero estos cambios por más intensos que sean no han podido alejar de la mentalidad de muchos de aquellos que se interesan en el patrimonio funerario abandonar totalmente la comprensión casi religiosa de estos espacios. Si bien aquellos espacios que aún, conscientes o inconscientemente, consideramos sagrados están en amplio retroceso, no podemos ignorar que aún, como casi un sentimiento arquetípico, perdura en la consideración de los cementerios y otros espacios en que encontramos el patrimonio funerario.
Muchas conductas, actitudes y sentimientos aún viven mentalmente en aquel espacio sagrado. Es importante tener en cuenta esta sensibilidad que nos permitirá comprender mucha actitudes y mentalidades frente al patrimonio funerario. La secularización y la desacralización aún no tienen la última palabra.
Es evidente que todavía tenemos la posibilidad de transformar espacios profanos en sagrados. El atractivo que tienen algunas visitas nocturnas a algunos cementerios patrimoniales es una evidencia de la persistencia de aquella mentalidad que desde las epifanías de las memorias y recuerdos siguen teniendo el sentimiento de estar frente a presencias, poderes y fuerzas que no se pueden racionalizar. Es un resabio de aquello que Rudolf Otto en su famoso libros “Lo Sagrado” llama lo totalmente diferente y que se vive frente a ese “mysterium tremendum” que nos atemoriza ante su magnitud pero que a la vez se transforma en el “mysterium fascinans”. Esos dos aspectos en nuestra sensibilidad perduran y se oponen en nuestra mentalidad. El patrimonio funerario lo hemos ubicado en una dimensión que aún hoy consideramos totalmente diferente a la realidad natural o cotidiana[1].
[1] ELIADE Mircea. “Lo sagrado y lo profano. La Naturaleza de la religión”. Paidos Ibérica S.A. Barcelona. 1992. 




viernes, 14 de noviembre de 2025

LUCIO BURGOS CASTELLI. Asesinato en la Recoleta.

LUCIO BURGOS CASTELLI. Asesinato en la Recoleta.

Fotos personales tomadas el 26 de octubre de 2025
En el diario "Crítica" del martes 2 de marzo de 1920 en la página 2 podemos encontrar un detallado relato de este alevoso crimen que ocurrio en la madrugada del día anterior cuando un cochero hiere gravemente a este jóven escribano. Lucio Burgos Castelli había cenado en el Restaurant "El Tropezón" que en ese entonces estaba ubicado en la Avenida Callao y Bartolomé Mitre de esta ciudad de Buenos Aires y al salir contrata a un carruaje de alquiler para que lo lleve a su domicilio. Al llegar paga la tarifa y mientras está abriendo la puerta de su domicilio inexplicablemente el cochero le dispara mortalmente y huye. En la placa conmemorativa podemos leer: "LUCIO BURGOS CASTELLI. R.I.P. Arrebatado prematuramente al cariño de los suyos por mano criminal. Homenaje de sus amigos. 4 de marzo 1920". En la parte superior vemos una alegoría de la amistad que con un manto intenta proteger el rostro de este joven funcionario. Debajo otra figura femenina en actitud de oración. 




domingo, 9 de noviembre de 2025

HERBARIO. El OLIVO. Mausoleo de la familia Dorrego Ortiz Basualdo.

HERBARIO. El OLIVO. Mausoleo de la familia Dorrego Ortiz Basualdo.

Foto personal tomada el 26 de octubre 2025
El olivo tiene una amplia y profunda significación simbólica. Al estar consagrado en la mitología griega a la diosa Atenea participa de sus valores simbólicos como paz, purificación, victoria y fecundidad y por ello este árbol está casi divinizado en esa mentalidad. En la mitología romana está consagrado tanto a Júpiter como a la diosa Minerva. En la tradición judía como cristiana el olivo es símbolo de la paz ya que se la asocia con la paloma que para anunciar el final del diluvio trae una ramita de olivo al Arca de Noé.
En relatos legendarios se dice que la cruz de Cristo fue construida con madera de olivo y cedro. Se la asocia claramente con la producción de aceite para ungir el cuerpo de vivos y muertos en su sentido de fortaleza y purificación. En algunos casos se asocian algunos de estos árboles con el eje del mundo. Al ser su aceite utilizado para las lámparas fue muy rápida su asociación con la luz física y la iluminación interior.
En un texto de la Carta a los Romanos del apóstol Pablo se utiliza la alegoría donde el pueblo judío es descripto como el olivo bueno en el cual los gentiles que vienen a ser el olivo salvaje es injertado por la fe en el bueno: 15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? 16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. 17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme” (Romanos 11, 15-20). Es importante recordar que Jesús reúne a sus discípulos en el llamado Monte de los Olivos que pasa a ser un lugar de alta significación sagrada ya que se piensa que al final de los tiempos la resurrección comenzara en este monte[1]

[1] Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain: “Diccionario de los Símbolos” Editorial Herder. España. 2015 




CARLOS MARÍA JOSE VICENTE RIVERO HAEDO. Obra del escultor proletario HORACIO JUAREZ.

CARLOS MARÍA JOSE VICENTE RIVERO HAEDO. Obra del escultor proletario HORACIO JUAREZ.

Fotos personales tomadas el 10 de octubre de 2022
No creo que sea pura casualidad que esta personalidad o familia hayan escogido como realizador de estas placas conmemorativas sin pensar en un compromiso ideológico o social. Es evidente que el patrimonio funerario de este cementerio se lo pueda catalogar como representante de una sola y única clase social ya que el mismo es espejo del pluralismo social, cultural y político de la sociedad en la cual esta integrado.
RECURSO BIBLIOGRÁFICO.
HORACIO JUÁREZ. Artista cordobés
Horacio Juárez: un escultor entre el arte y la lucha social
Desde sus inicios humildes y su militancia política, hasta sus estudios en Europa y su carrera en Buenos Aires, Juárez dejó obras que no dejan de interpelar. Caracterizadas por un estilo figurativo que luego adquirió matices expresionistas.
Juan Ignacio Novak
El domingo 25 de mayo de 1941, abrió el XVIII Salón Provincial de Bellas Artes. Participaron artistas ya encumbrados para entonces, como Antonio Berni, Raquel Forner, Gustavo Cochet, Raúl Veroni, Mario Gargatagli, Héctor Basaldúa y César Fernández Navarro, a quienes se ha hecho referencia en varias oportunidades en esta sección. Entre los escultores, estuvieron presentes con sus obras José Planas Casas, Miro Bardonek y el cordobés Horacio Juárez.
Juárez había nacido el 7 de febrero de 1901 en la provincia mediterránea y constituye una figura central en la historia de la escultura argentina. En el texto “La senda de los primitivos, Juárez y Taborda miran al pasado para construir el arte del futuro”, elaborado por Carolina Romano para la revista Avances de la Universidad Nacional de Córdoba, se hace referencia a datos biográficos de Juárez vinculados con una infancia marcada por las duras condiciones que impone la pobreza y el ingreso temprano al mundo laboral de fábricas y talleres, lo cual ocasionó que su formación inicial “deba más al tránsito por bibliotecas obreras y partidarias que a la educación formal”.
La misma fuente señala que, en su juventud, Juárez se afilió al Partido Comunista de Córdoba y que “su ingreso en la Academia en 1924 y su permanencia posterior estuvieron condicionados y posibilitados por ritmos laborales intensos, la responsabilidad de una familia a su cargo y un impulso indómito por el modelado”.
Entre 1930 y 1933, Juárez obtuvo una beca provincial de escultura que le permitió recorrer Europa y nutrirse de las diversas corrientes artísticas que configuraban entonces el panorama en el Viejo Continente. Durante este lapso, estableció conexiones con artistas como Luis Waisman y Antonio Berni, con quienes compartió afinidades no sólo estéticas sino también ideológicas. Fue en este tiempo en el cual adoptó y adaptó influencias europeas que se reflejarían posteriormente en sus obras.
El regreso de Juárez a la Argentina marcó el inicio de una etapa prolífica en la que su producción artística generó debates encendidos entre artistas, críticos e intelectuales. Su obra, desafiante y polémica, tuvo la virtud de no dejar indiferente a nadie. Se desempeñó como Jefe de Escultura del Departamento de Arte de la Universidad de Tucumán. A fines de los años 30, se trasladó a Buenos Aires, donde residió la mayor parte de su vida, salvo breves períodos, hasta su muerte el 16 de noviembre de 1977.
Uno de los hitos en la carrera del escultor fue la ejecución del monumento a Jerónimo Luis de Cabrera en Córdoba, inaugurado en 1955 en la plazoleta del fundador. Este proyecto, ganado por concurso, es uno de los ejemplos de su capacidad para representar figuras históricas a través de la escultura.
A lo largo de su carrera, Juárez ejerció la docencia en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y fue Jefe de Escultura del Departamento de Arte de la Universidad de Tucumán. En su taller particular, formó a artistas cordobeses, entre ellos Clara Ferrer y Horacio Suárez.
Características de su obra
Su obra se caracteriza por su estilo figurativo que, en sus últimos años, adquirió matices expresionistas. En sus esculturas abordó diversas materialidades, desde yeso a bronce. Además del Monumento a Cabrera en Córdoba, su producción también incluye el monumento al General San Martín en la Recoleta, el monumento a la Batalla de Tucumán en Tucumán y el Altar de La Patria en Campo de Mayo.
Según datos vertidos en el portal Arteinformado, espacio iberoamericano de arte, Horacio Juárez es uno de esos escultores que durante la primera mitad del siglo pasado mantuvieron aún las líneas esenciales de la figuración, “por más que la entidad plástica se sometiera a deformaciones de la forma”. Luego, en la segunda mitad del siglo XX, se vieron influidos por “resoluciones formales provenientes del expresionismo abstracto norteamericano y el informalismo europeo”.
Entre diciembre de 2018 y marzo de 2019, se realizó en el Museo Caraffa de Córdoba la muestra “Mon cher Noir. Horacio Juárez en la colección del MEC”, cuya traducción al castellano sería “Mi querido negro”. La misma incluyó catálogos, periódicos, fotografías, reproducciones de obras ausentes y piezas artísticas, con la premisa de componer un recorrido que intentó “explorar, sin agotarla, una constelación de relaciones de bordes imprecisos a través de su potente figura”.
“Así, la procedencia obrera de Juárez, sus inicios en la academia, el viaje europeo como becario, la militancia política, su consagración en los salones oficiales, su traslado a la capital porteña, son algunos de los eventos que permiten articular la escena plástica cordobesa de la primera mitad del siglo XX con desarrollos artísticos de escala nacional e internacional, indisociables a su vez de ciertos procesos políticos y sociales que los modulan”, señala un texto alusivo a la exposición, así titulada en homenaje a uno de los apelativos con que amigos y conocidos se dirigían a Juárez.
En un texto sobre esta actividad que publicó en 2019 el Diario La Voz del Interior, con la firma de Verónica Molas, se pone de relieve el valor artístico de las obras expuestas, que ponen de manifiesto la “intención siempre latente en el artista de no desligar de sus búsquedas estéticas sus convicciones políticas”. Y añade que, por su origen obrero y su pertenencia a las filas de la izquierda, Juárez fue llamado en la prensa el ‘artista proletario’”.
Revisar su obra implica una valoración del artista como testigo comprometido de su tiempo y sus circunstancias, pero también la comprensión de que fue capaz de construir un puente entre las corrientes artísticas de Europa y las tradiciones nacionales. Sus trabajos (el que dude, que vea “Maternidad / El hijo muerto”) siguen interpelando.

ANTONIO ORÚS Y VALLÉS . EL ESPACIO DEL PATRIMONIO FUNERARIO: ¿sagrado o profano?

ANTONIO ORÚS Y VALLÉS e IRENE ALMUDÉVAR Y VALLES. EL ESPACIO DEL PATRIMONIO FUNERARIO: ¿sagrado o profano? Fotos personales tomadas el 26 de...