Bestiario de la Recoleta. El ÑANDÚ Y EL DOLIENTE GAUCHO. Obra del escultor LUÍS PERLOTTI.
´Fotos personales tomadas el 29 de mayo de 2024
Si bien el ÑANDÚ no aparecerá en ningún bestiario medieval ni forma parte del repertorio de relatos mitológicos, forma parte de la simbología que enriquece el lenguaje del patrimonio del Cementerio. Junto al único DOLIENTE GAUCHO que forma parte de una placa conmemorativa, despojado de todo el ropaje a la moda griega que solemos ver en normalmente en otras placas y que con audacia aparece con ropas tradicionales del campo argentino Comparte con su caballo y amigos con la cabeza inclinada ese sentimiento de respeto, duelo y tristeza. En el fondo vemos un paisaje netamente rural con árboles y cercados. Debajo observamos por primera vez en este espacio la presencia de un ÑANDÚ que enriquece nuestro bestiario. Igualmente en el lado derecho se observa claramente la planta y flor del CARDO.
Comparto una muy poética leyenda sobre el origen de la Cruz del Sur que seguramente desde ahora en adelante tendrá para nosotros otra emocionante significación. Existe un relato en la mitología vernácula sobre el ÑANDU y y el origen de la constelación que llamamos la Cruz del Sur. “Una tarde, hace muchísimos años, un grupo de hombres estaba cazando con boleadoras: iban tras el rastro de un gran ñandú macho que se les venía escapando desde hacía tiempo. Muy arisco, no bien presentía la presencia humana huía velozmente hasta quedar fuera del alcance de sus perseguidores. Esa tarde en particular acababa de llover y entre las nubes había salido el sol que se iba poniendo lentamente. Los hombres lo fueron cercando, pero el ñandú se escapó otra vez y enfiló hacia el sur. Los cazadores corrieron tras de él, arrojándole flechas y boleadoras. Pero ninguna pudo alcanzar al escurridizo animal. La persecución siguió. Más allá, sobre el filo de la meseta, hacia donde se dirigía el ñandú, el sol había pintado un hermoso arcoiris. Justo en ese momento, el más ligero y resistente de los cazadores, se acercó bastante. Pero el ñandú astuto, sabiéndose acorralado en el borde del abismo, giró bruscamente y, como si se lanzara al vacío, apoyó una de sus patas sobre el arco iris que surgía justamente desde allí. Y empezó a trepar por ese camino de colores con sus largas y elásticas zancadas. El cazador quedó azorado. Pero se recuperó rápido y lanzó su boleadora de tres bolas en un último y desesperado intento por atraparlo. El viejo ñandú hizo un paso al costado y las boleadoras pasaron de largo. Así escapó para siempre de sus perseguidores quienes, al volver esa noche tuvieron que soportar las burlas de todo el campamento. Nadie les creyó la fantástica huida del ñandú por el camino del arco iris. Cuando cayó la noche el cielo les dio la razón, porque vieron brillar varias nuevas estrellas” Dicen las abuelas tehuelches que una de las huellas que el ñandú dejó en su carrera sobre el arco iris quedó para siempre grabada en el cielo, dibujada con cuatro estrellas. La llamaron "huella de ñandú en el cielo". Esta constelación no es otra que la Cruz del Sur, el inevitable punto de referencia de todos los caminantes y marinos del hemisferio austral. El cazador frustrado no pudo hallar sus boleadoras en el suelo. Pero las descubrió en el cielo, convertidas en una nueva constelación que recibió el nombre de cheljelén. Que no es otra que las Tres Marías.
Fuente: La leyenda de la cruz del sur, de Mario Echeverría Baleta
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