jueves, 9 de mayo de 2024

SAMUEL BROWN HALE. Las múltiples reinterpretación de la cruz.

SAMUEL BROWN HALE. Las múltiples reinterpretación de la cruz.

Fotos personales tomadas el 4 de mayo de 2024
La diversidad de estilos, modelos, atributos y agregados que se realizan a la cruz cristiana en el Cementerio de la Recoleta parece ser infinito. En este caso tenemos en la cúspide de este monumento funerario una CRUZ construida en lo que suele llamarse ESTILO GRUTESCO, es decir un estilo que intentó reproducir con cemento a la naturaleza. Como vemos la cruz está formada por lo que se supone son troncos que cruzados forman la cruz. Es interesante prestar atención al CIRCULO que une todos los brazos que no llega a ser el círculo solar de la CRUZ CELTA. En ella podemos ver números complejos de interpretar. Eñ el frente en estilo NEO CLÁSICO muestra a ambos lados de la puerta los PILASTRAS que pudo de moda el Renacimiento. El titular de este monumento funerario es SAMUEL B. HALE tal como aparece su nombre en la cartela. Nació el 13 de marzo de 1894 en Boston, Massachusetts. Estados Unidos y falleció el 20 de septiembre de 1886 en la ciudad de Buenos Aires. Los datos de su biografía están dispersos y fragmentarios en diversos documentos.
RECURSO.
El Palacio de Aguas Corrientes (llamado oficialmente Gran Depósito Ingeniero Guillermo Villanueva) es un edificio emblemático de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Fue construido para alojar los tanques de suministro de agua corriente de la creciente ciudad a fines del siglo xix, envueltos en un exterior suntuoso de materiales importados cuyo arquitecto fue el noruego Olaf Boye (1864-1933), que, llegado a Buenos Aires en 1885, trabajó con renombrados arquitectos locales como Juan Antonio Buschiazzo, Adolfo Büttner y Carlos Altgelt. La supervisión del proyecto estuvo a cargo del sueco Carlos Nyströmer. Se encuentra en la Avenida Córdoba Nº 1950, en el barrio de Balvanera, y está clasificado como Monumento Histórico Nacional.
Historia
En la segunda mitad del siglo xix, la ciudad de Buenos Aires comenzó a crecer rápidamente, recibiendo sucesivas oleadas migratorias y consolidándose como puerto. El progresivo aumento de la población trajo con él los problemas del hacinamiento y la falta de preparación de los servicios públicos para abastecer a una cantidad cada vez mayor de personas.
Las epidemias comenzaron a abundar: en 1867 el cólera mató a 1500 personas, en 1869 la tifoidea mató a 500, y en 1871 aconteció la histórica epidemia de fiebre amarilla que se llevó a 14.000 de las 178.000 personas que vivían en Buenos Aires.
Ante los signos alarmantes del deficiente sistema de agua potable, las autoridades del recién unificado país tomaron la decisión de proveer a la capital de una red de agua corriente de avanzada, aprovechando una época de abundancia económica y de prosperidad. Siguiendo los planes del ingeniero civil inglés John Bateman de 1886, el gobierno nacional decidió que el depósito de aguas se instalaría en la zona norte de la ciudad, y se proveería a la misma de caños subterráneos, con la voluntad de que el edificio del depósito fuera un edificio fastuoso, cuyo presupuesto alcanzó los 5.531.000 de pesos fuertes.
La compañía Bateman, Parsons & Bateman estuvo a cargo del proyecto, y al poco tiempo se decidió privatizar las obras de salubridad debido a la falta de fondos del Estado. La compañía Samuel B. Hale y Co. se hizo cargo de los trabajos, adjudicando los trabajos de fachada exterior a Juan B. Médici, que fueron dirigidos por el ingeniero Nyströmer y el arquitecto Boye (por ese entonces empleados de Bateman, Parsons & Bateman). Las obras comenzaron en 1887, emplearon a 400 obreros y finalizaron en 1894,1​ siendo inaugurado el edificio por el presidente Luis Sáenz Peña.




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