martes, 17 de junio de 2025

LOS ÚLTIMOS VESTIGIOS DE LA DANZA MACABRA.

LOS ÚLTIMOS VESTIGIOS DE LA DANZA MACABRA.

Fotos personales. 1. Antonio Etchegararay 29 marzo 2025. 2. Juan Ortiz. 5 de noviembre 2024. 3. F. Y J. Pradere. 1 octubre 2022. 4. 19 junio 2021
Es muy posible que no haya existido una época en la que la muerte como tal haya sido tan exiliada de nuestra vida cotidiana como la que nos toca vivir. De hecho el auge que tiene el interés sobre el patrimonio funerario se puede deber a que este es un tema extraño para nuestra mentalidad. Es muy posible que este símbolo funerario de una calavera y huesos cruzados nos incomoda y empuja a dejar nuestro lugar de confort mental donde este tema es bastante ajeno y a la vez posiblemente, sea uno de los peor interpretados. La más fácil y directa respuesta que frecuentemente escuchamos como explicación es que representa la muerte pero esa afirmación se debe a que, a mi entender, no se conocen los orígenes de su uso, las motivaciones que subyacen detrás de ellos y el desarrollo histórico a lo largo del tiempo. Mi hipótesis de trabajo es que estas calaveras y estos huesos son el último resabio de las conocidas "Danzas Macabra" que ilustraban los paredones del Cementerio de los Inocentes en el París medieval y que las muchas xilografías que las tomaron como tema y que ilustraron muchas publicaciones le permitieron perdurar en la memoria hasta nuestros días. Este símbolo acompañó durante mucho tiempo la predicación de las órdenes de frailes mendicantes, tanto franciscanos como dominico que a partir del siglo XIV ya que este tema aparece frecuentemente en sus sermones. Luego de la terrible experiencia de la peste de 1348 cambió formas de vida y mentalidades de la misma forma en que siguen las epidemias contemporáneas afectando nuestras actitudes mentales. Esa predicación y esas imágenes se fundamentan en un una especie de "memento mori" que llevaba a pensar en lo transitorio que eran tanto de la vida personal como el prestigio, honor, riquezas y muy especialmente la caducidad de la breve juventud y su frágil belleza. Estas calaveras y huesos, acompañadas por las frecuentes clepsidras, tiene como objetivo principal recordarnos, no tanto la muerte como si la vanidad fundada en esos criterios existenciales de una naturaleza muy transitorios tanto en aquella época como ahora.
El asumir la caducidad de la vida, tarea muy compleja, tiene que conducirnos a pensar en la forma en que empleamos el tiempo de nuestra existencia. Esa es justamente la función de las clepsidras aladas que una y otra vez nos recuerdan que el tiempo pasa volando. En toda la compleja simbología funeraria el tiempo es un tema que aparece transversalmente en toda esa simbología. La literatura también se hizo eco de esta preocupación lamentando una y otra vez todas las glorias terrenales que han pasado sin dejar huellas y la forma en que la belleza y el vigor humano desaparecen inexorablemente. Es muy posible que en nuestra cultura y mentalidad actual, donde la juventud se considera un valor excluyente y se teme tanto a la vejez, el significado de esta simbología pueda causar mucha incomodidad. Es muy posible que estemos frente a una mentalidad social muy bien instalada en el goce del presente un tanto frenético sin pensar en el pasado ni el el futuro. La prolongación de las expectativas de vida en nuestra tiempo debido a los avances científicos se puede confundir fácilmente con la eternidad tan buscada y que esta simbología nos viene a perturbar.
Estas calaveras, huesos y clepsidras son un recordatorio, un memento mori, como ya hemos dicho, que nos susurra en forma permanente la frase litúrgica del Miércoles de Cenizas: “recuerda que eres polvo y al polvo volverás”. Asimismo es un recordatorio del hecho que la muerte arrebata en forma que nos iguala a todos, la vida de los miembros de las diversas las diversas categorías sociales, ocupaciones, edades y condiciones físicas. En la literatura contemporánea también encontramos ecos de esta preocupación ya que son muchos los escritores que en sus obras se preguntan dónde fueron aquellos amores, juventud y placeres. Estas calaveras y huesos intentan recordarnos el destino de esos momentos que añoramos porque, en forma dramática, nos devuelve esa inquietud y nos preguntan a su vez: “¿Qué queda de todo aquello que pensabas eterno y tan seguro? ¿Qué pasó con tanta gloria y fama? ¿Dónde están hoy nuestros para siempre? Esta es una pregunta conmovedora para quienes aún la quieren escuchar. ·
Consultar para mayor información el capitulo XII en la obra del medievalista HUIZINGA, Johan. “El Otoño de la Edad Medía”. Alianza Universidad. Madrid. 1994 





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