domingo, 3 de agosto de 2025

JUAN VIDELA. El patrimonio funerario como el espejo del la realidad.

JUAN VIDELA. El patrimonio funerario como el espejo del la realidad.

Fotos personales tomadas el 19 de junio de 2025
Quisiera comenzar esta reflexión sobre este monumento funerario que nos introduce en el mundo simbólico funerario con esta frase: Omnis mundi creatura, Quasi liber et pictura, Nobis est et speculum (Traducción: Cada criatura del mundo. Como un libro y una pintura. También es un espejo para nosotros)[1]. Esta clara afirmación del teólogo medieval Alain de Lille puede ser nuestro faro en la interpretación del lenguaje simbólico funerario. Todo el patrimonio funerario es parte de ese gran texto casi literario que constituye lo que podemos llamar la gramática del lenguaje simbólico en general y en nuestro caso en particular. Todos los elementos que constituyen este patrimonio pueden ser considerados como una fuente inagotable de sentido y de infinitos comentarios e interpretaciones. De la misma forma en que la naturaleza y la realidad es dinámica y cambiante, también lo es la interpretación que sobre ese espejo podemos llegar a construir. Las analogías y las afinidades están en un movimiento que exige actualizarnos siguiendo ese movimiento. La gran sabiduría de quien estudia esta simbología es relacionar este lenguaje con otros que constituyen un solo lenguaje, un idioma con múltiples palabras que nos hablan sobre una realidad que siempre está más allá de nuestra mirada y que nos introducen un una realidad superadora de toda oscuridad. Si bien este lenguaje es dinámico, no por ello significa que sea un invento arbitrario. Podemos comprender la realidad y la naturaleza como esencialmente simbólica que nuestra mentalidad simplemente descubre pero no inventa. Emile Male, el especialista en la arquitectura medieval decía que el símbolo lo encontramos estrechamente relacionado con la realidad de forma tal que estos se nuestra comprensión del mundo pasa a ser una imagen imperfecta de un mundo que consideramos perfecto. De hecho todo el patrimonio funerario intenta justamente hacernos partícipes de esa mirada.
En el frente de este monumento funerario podemos considerarlo como un pequeño diccionario de simbología funeraria En la parte superior vemos una cruz con sus brazos trilobulados para relacionar este elemento con la Santísima Trinidad pero a la vez por su ubicación que divide en dos simetrías al monumento podemos considerarla como un símbolo del eje del mundo ideal. En el frontón podemos considerar la imagen de la clepsidra alada que ocupa el tímpano de un frontón muy neo clásico. En el arquitrabe aparece la cartela con el nombre del titular y debajo enmarcado por dos pilastras simétricamente ubicadas para mantener la armonía deseada y que como todo elemento vertical lleva nuestra mirada hacia arriba para ver en esta especie de segundo tímpano otra cruz de la cual aparecen rayos para simbolizar una presencia trascendente rodeada de una guirnalda con una diversidad de flores asombrosa que se transforma en un herbario funerario complejo.
Es importante recordar que las guirnaldas son una corona abierta por lo que mantienen el mismo nivel simbólico, es decir, también se las asocia con la eternidad de lo circular. También por las flores que la componen simbolizan la confianza que más allá de la caducidad de las flores aparece la seguridad de que se circuló vital recomenzará en otro tiempo.


[1] LOUIS DUPRÉ. Simbolismo religioso. Editorial Herder. Barcelona 1999. 






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