jueves, 23 de octubre de 2025

ELOGIO DE LOS ESCALONES EN EL PATRIMONIO FUNERARIO.

ELOGIO DE LOS ESCALONES EN EL PATRIMONIO FUNERARIO.

Fotos personales tomadas el 28 de agosto de 2025
Nunca pensé que utilizaría el texto de un teólogo para intentar comprender el misterio que encierra y del cual es guardián y portador la arquitectura que compone el patrimonio funerario en cualquier parte del mundo. Creo que ha llegado el momento de ser conscientes que todo cementerio es depósito de un pensamiento teológico que solemos pobremente denominar patrimonio intangible. Muchos de los elementos que componen un monumento funerario de tanto verlos hemos dejado de prestarle atención. En realidad hemos dejado de ver y aún de escuchar ese mensaje que por nuestra ignorancia permanece mudo.
Muchas veces los gestos o las acciones humanas más simples y cotidianas encierran secretos y verdades muy profundas. En ese cono de sombras han sido relegados los escalones que forman parte de este patrimonio y solo le damos un sentido simplemente práctico sin sospechar su mensaje más profundo.
Cuando nos atrevemos a escalar esos escalones se produce en nosotros un proceso de ascensión, que de sutil y secreto no advertimos. No solo nuestros pies suben esos peldaños sino que en realidad lo hace, si tomamos conciencia del gesto, todo nuestra persona.
Seguramente presentimos en algunos casos que estamos ascendiendo y pasamos de una dimensión tanto de espacio y tiempo a otra totalmente diferente. Indudablemente ese sentimiento de ascensión no es un desplazamiento físico ni geográfico porque la idea arquetípica de lo sublime o de lo elevado no está ni arriba ni abajo sino en el interior de cada uno que considera este patrimonio. S
in este conocimiento y actitud el patrimonio funerario permanece en silencio y para muchos es una construcción semejante a muchas otras. En forma arquetípico siempre asociamos mentalmente el arriba como símbolo de todo lo bueno y solidario frente al sentimiento de considerar lo bajo como aquello mezquino y oscuro. El subir nos traslada mentalmente y en forma propia de una sensibilidad interior hacia un mundo que considerábamos perdido y con estos pequeños pero valientes pasos hemos recuperado. Ese gesto tan simple es muy complicado de explicar porque son muy pocos los que pueden llegar a sentirlo en su mayor profundidad porque este subir no es en realidad un movimiento físico o geográfico sino mental e interior.
Es muy posible que venga a nuestra memoria el diálogo que mantuvo Moisés con su Dios en el Monte Horeb: “Y se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa esY dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios”. Todo el patrimonio funerario es una invitación a repetir esta escena y ubicarnos en ese tiempo de epifanías y de hierofanias, es decir, las manifestaciones de esa carga emotiva y sensible que llamamos sagrada. [1]

[1] Guardini, Romano: “Los Signos Sagrados”. Editorial Litúrgica Española. Barcelona. 1965 





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