ANGELOLOGÍA FUNERARIA.
Para
nuestra sorpresa podemos constatar que aún e n el cielo existen las jerarquías.
En la teología la rama que se ocupa del estudio de esa realidad se llama angelología. En el cristianismo no
podemos analizar literalmente o en forma fundamentalista esta compleja realidad
ya que la principal función de estas figuras es ser mediadores entre dos
realidades. Son esencialmente símbolos de una presencia divina y agentes de
comunicación de esa presencia.
El libro fundamental que ha tratado en forma
precursora estas jerarquías y que nos puede ayudar a profundizar el tema, es un
autor anónimo cuya obra se la ha puesto bajo el nombre del Pseudo Dionisio Areopagita, escrito aproximadamente a principios
del siglo VI. Esta obra se lleva como título “De Coelesti Hierachia” (Sobre la jerarquía
celestial) y que describe tres grupos con tras subdivisiones.
Los ángeles ya están presentes en culturas previas
tanto al judaísmo como al cristianismo. No son creaciones propias de estas dos religiones.
En las Escrituras solo aparecen los nombres de los arcángeles Gabriel y Miguel
y en un libro considerado deuterocanónico, es decir que los cristianos no lo
consideran auténtico, aparece el nombre
de Rafael.
En el Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos
de los Apóstoles 23,9 los fariseos consideran a los ángeles como quienes
comunicaban la voluntad divina. San Jerónima es casi el primero en hablar del
ángel de la guardia que cada uno tiene destinado al nacer mientras que para
otros teólogos los ángeles son manifestaciones de una presencia divina que los
seres humanos no pueden contemplar en forma directa y por ello necesitan de
imágenes que hagan de pantalla o intermediación.
Esta primera triada jerárquica que a su vez se divide en tres subgrupos y que tienen todas ellas como función principal contemplar directamente a la divinidad, y esta proximidad o distancia es lo que se denominará jerarquía celestial. Se puede clasificar como primer grupo de la primera jerarquía a los serafines, que muy raras veces aparecen en lo que denominamos patrimonio funerario. La referencia básica sobre esta jerarquía la encontramos en el libro del Profeta Isaías 6, 1-8 donde se los describe como seres con seis alas que vuelan alrededor del trono divino cantando un cántico muy utilizado en las diversas liturgias cristianas: Santo, Santo, Santo. También se los menciona y describe en el libro del Apocalipsis. En el libro citado del profeta Isaías se los describe de la siguiente forma: “1 En el año que murió el rey Ozías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas henchían el templo. 2 Y encima de él estaban serafines: cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, y con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Señor de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria. 4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se hinchió de humo. 5 Entonces dije: Ay de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Señor de los ejércitos. 6 Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas: 7 Y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”.
El siguiente grupo de esta jerarquía son los querubines que tienen una fuerte
presencia en la simbología funeraria. Se los menciona en el libro del profeta Ezequiel
y en la iconografía cristiana se los representa como niños de corta edad con un
par de alas o varios. En el libro del profeta Ezequiel se los describe de la
siguiente forma: " “Estos eran los mismos
seres vivientes que vi debajo del Dios de Israel junto al río Quebar; y conocí
que eran querubines. Cada uno tenía
cuatro caras y cada uno cuatro alas, y figuras de manos de hombre debajo de sus
alas". Ezequiel 10:17-21
Otra subdivisión dentro de esta jerarquía que
aparece en los registros son los denominados tronos que son una especie de invocaciones que aparecen en las
cartas del apóstol Pablo y de Pedro y se los ubica en el más alto nivel de esta
jerarquía y en general no tiene una clara representación en la simbología
funeraria.
En la segunda triada de estas jerarquías aparece también otro grupo de
presencias divinas, ausente de la
representación funeraria son las dominaciones
o señoríos y su tarea principal es
regular las funciones de los mensajeros menores y rara vez se manifiestan a los
seres humanos. También están ausentes en la simbología funeraria.
La siguiente jerarquía se denomina virtudes que son las intermediaciones
creados para ser portadores de la gracia divina. Todas estos detalles se
inspiran en el texto de la Carta a los Efesios que dice que Cristo esta "por
encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este
mundo sino también en el venidero." (Efesios 1:21).
El siguiente grupo en esta jerarquía son las
potestades tiene como tarea mantener la armonía cósmica y también se
fundamenta en la primera carta del apóstol Pedro que afirma que a Cristo "le están sometidos los Ángeles, las
Dominaciones y las Potestades" (I
Pedro 3, 22).
La tercera jerarquía encontramos también tres
grupos. En ella aparecen aquello que se denominan los principados que tiene función la de cuidar a las naciones. Igualmente
estas manifestaciones de la fuerza divina se inspiran en un texto de la carta de san
Pablo a los Efesios: "para que la multiforme sabiduría de Dios sea
ahora manifestada a los Principados y
a las Potestades en los cielos, mediante la Iglesia," (Efesios
3:10). En este nivel jerárquico encontramos a los ángeles custodios a los arcángeles
tan presentes en el lenguaje simbólico
funerario de los cuales conocemos por sus nombres al arcángel Gabriel y el que
vemos frecuentemente en la simbología funeraria a Miguel con su trompeta
convocando al Juicio Final.
El arcángel Rafael, que aparece generalmente con un pez como atributo y mayormente relacionado con la salud y la curación de enfermedades fundamentado en varias leyendas medievales. La identidad de este arcángel Rafael, de escasa aparición en la simbología funeraria, se fundamenta el en libro de Tobias, incorporado por la Iglesia Católica en su lista de libros del Antiguo Testamento pero rechazado por la mayoría de las iglesias protestantes. Se piensa que estos arcángeles forman parte de un grupo de siete espíritus que representan la presencia divina apoyada en varios textos tomados del libro del Apocalipsis. Se interpreta que estos arcángeles tienen como tarea mostrar a las naciones y a la misma comunidad cristiana la protección divina.
Lisandro Orlov. Agosto 2025
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